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Gigi

14 de octubre de 2018

 

Evaluación de pares

por Sara Valdés Morales

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Conocí a Gigi en el primer periodo de 2016 cuando cursaba mi quinto semestre de la Carrera de Artes Escénicas de la Pontificia Universidad Javeriana. He tenido la oportunidad de compartir mi proceso formativo con ella en cuatro asignaturas y un semillero de investigación: Técnica Básica Somática de Acroyoga y Taiji Quan; Creadores Gestores y Espacios de Circulación; Puesta en Escena de Cuerpo y Nuevos Medios; Laboratorio de Trabajo Social; y el semillero de investigación Soma. Recuerdo que Gigi fue de las primeras estudiantes de la Carrera en reconocer públicamente la importancia de mi presencia en una clase. En la Técnica Básica de Acroyoga y Taiji, me pidió en varias oportunidades que ejerciera el rol de cuidadora en su equipo de vuelo de Acroyoga y durante las reflexiones grupales hizo referencia a la seguridad que le había generado el hecho de trabajar conmigo. Este acto de reconocimiento me hizo ver que yo tenía un lugar importante en el Acroyoga y en el proceso de aprendizaje de otras personas.

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Gigi es quien se toma la palabra para reconocer el trabajo de las otras personas. Este hecho pude corroborarlo durante nuestro trabajo en equipo en la asignatura Creadores, Gestores y Espacios de Circulación. Durante la elaboración de nuestro trabajo final yo tuve varios desencuentros con dos personas del equipo pues consideraba que no habían aportado lo suficiente a nuestro trabajo. En ese momento de dificultad, Gigi asumió el rol de mediadora y nos ayudó a considerar el punto de vista de cada una. Si bien no logramos llegar a una conciliación, este hecho marcó un inicio al interior del mi proceso de aprendizaje en torno a la posibilidad de abrirme a comprender otros puntos de vista suspendiendo el acto inmediato de juzgar, tan automático en mi comportamiento.

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Su interés por el trabajo social no ha sido, entonces, una temática aislada o un proyecto por venir: durante todo su proceso de aprendizaje se ha comprometido con el cultivo de las habilidades sociales que fomentan el diálogo, la crítica constructiva y la posibilidad de enlazar perspectivas que parecen opuestas. Con todo, este ambiente de confianza que generaba de manera consciente en ocasiones no parecía tener las mismas condiciones para ella. Durante estas dos etapas juntas, entre el 2016 y el 2017, Gigi expresaba su dificultad para reconocer el valor de su propio trabajo. En otras oportunidades dentro y fuera de las asignaturas expresaba su inseguridad frente a las técnicas de danza y actuación. Yo percibía, al igual que muchas otras docentes y estudiantes, que su trabajo era sobresaliente en cada asignatura; sin embargo, para ella toda esa dedicación no era suficiente.

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El semestre pasado iniciamos el proceso de apertura del semillero de investigación Soma. Durante ese proceso tuve la oportunidad de atestiguar la manera en la que la inseguridad de Gigi comenzó a desvanecerse poco a poco. Durante cada sesión aportó significativamente tanto en términos reflexivos como en términos creativos. Cada día era más claro para ella la forma en la que el estudio de sus emociones, sensaciones y pensamientos a través del movimiento potenciaba su aprendizaje en todas las asignaturas generando conexiones entre ellas. Estos hallazgos durante las sesiones del semillero le permitieron avanzar en el reconocimiento del valor que existe en su proceso de aprendizaje a lo largo de la Carrera. Este espacio de investigación fue tan importante para ella que se propuso hacer todo lo que estuviera a su alcance para que más personas pudieran acceder a él. A mi juicio, Gigi fue la integrante que más aportó a la gestión del semillero pues llevó a cabo muchas de las tareas que permitieron que éste se abriera institucionalmente.

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Hoy en día veo en ella a una artista consolidada y cada vez más segura de sí misma que está llevando a cabo los proyectos de trabajo social que nos imaginamos siendo estudiantes. Dentro y fuera de la escena nos contagia con la pasión que le tiene a la danza tradicional colombiana. En escena su movimiento irradia una suavidad que está llena de fortaleza. En los espacios académicos reconoce en cada persona el valor de su presencia y genera un espacio seguro para la exploración y el goce del movimiento. Considero que hay tres elementos que pueden aportar a su crecimiento como artista: (1) seguir insistiendo en el reconocimiento de su experiencia y de la versatilidad que ha adquirido a lo largo de su proceso; (2) continuar en el proceso de alzar su voz y manifestar de una manera más contundente su posición en situaciones de conflicto; (3) arriesgarse a tomar distancia de la visión somática e investigar otro tipo de aproximaciones teóricas y experienciales que pueden nutrir su proceso como artista.

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Para mí es y será siempre un privilegio contar con la presencia de Gigi tanto en el ámbito personal como en el ámbito profesional. Posee habilidades intelectuales, técnicas y sociales que le permiten desarrollar de manera sobresaliente todos los proyectos en los que participa. Asimismo, estoy firmemente convencida de que el trabajo artístico de Gigi será fundamental para los proyectos artísticos y pedagógicos enfocados en la paz, el perdón y la reconciliación de nuestro país.

12 de noviembre de 2018

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Evaluación de pares

por Juliana Ruiz Torres

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Ingrid Terreros o Gigi, como es más conocida en la universidad, es una artista escénica que le apuesta a la transformación social por medio del arte. He tenido la oportunidad de compartir con Gigi asignaturas de todos los componentes de la carrera, en total hemos cursado seis asignaturas: laboratorio de trabajo social, laboratorio de danza tradicional, puesta en escena de visión somática, ensamble de danza contemporánea, técnica básica de danza contemporánea y técnica básica de Acroyoga y Taiji Quan. Durante este tiempo he visto como poco a poco ha recorrido un camino de reconocimiento donde la somática ha sido la tejedora de sus diversos intereses llevándola a ver la vida como un acto creativo.

 

Conocí a Gigi en el ciclo profesional cuando compartimos la clase de técnica básica de Acroyoga
y Taiji Quan en el primer semestre del 2016. En esta asignatura me encontré con una persona abierta a escuchar y recibir nuevos conocimientos. Gigi desempeñó una pieza clave para la cohesión del grupo gracias a sus habilidades para dialogar con diferentes temperamentos. Esta clase impartida por el énfasis de somática fue la puerta para que Gigi continuara el camino, iniciado en los principios, de indagar su cuerpo y el movimiento más allá de la danza, su práctica.

 

Nos volvimos a encontrar un par de semestres más adelante cuando estuvimos en el ensamble de danza contemporánea dirigido por Isabel Story y Catalina Del Castillo. En esta oportunidad compartimos un proceso de creación donde la fuente éramos nosotros en relación con la ciudad. Durante este proceso pude conocer una Gigi creadora con un fino ojo para articular propuestas. En el proceso creativo fue una pieza fundamental al conectar frases de movimiento propuestas por diferentes personas del ensamble y transportarlas a contextos citadinos. En otras palabras, descubrí a Gigi como una contadora de historias que, pese a que el lenguaje contemporáneo no era su fuerte, lograba gracias a su presencia y consistencia dramatúrgica envolvernos cada vez que construía propuestas.

 

Cuando la universidad le abrió las puertas a la danza tradicional, Gigi fue la primera en inscribir las asignaturas. Acompañada por la maestra Emilsen Rincón encontró nuevas formas de relacionarse con la danza tradicional, una práctica que la ha acompañado desde su niñez. La educación somática le permitió aproximarse desde una perspectiva diferente a los ritmos y pasos que ya conocía. El reconocimiento y la exploración fueron dos pilares que asumió en el laboratorio de danza tradicional, donde investigó desde una perspectiva crítica, autoetnográfica y corporal su relación con el joropo. Ver su cuerpo como un terreno constante de investigación fue un factor que transformó el acercamiento de Gigi al trabajo en las artes escénicas.

 

En la Técnica básica de danza contemporánea vi un proceso constante de indagación, donde el ámbito somático fue un factor fundamental para comprender la estructura de su cuerpo y establecer una conversación entre lo que le proponían y sus capacidades de acción. Este factor ha convertido a Gigi en una artista escénica inteligente para asumir nueva información, técnicas y propuestas de diversos maestros y estilos de danza. Sin embargo, considero que aún Gigi está en el camino de confiar en estas capacidades que ha adquirido, y poco a poco se está dando cuenta la importancia de no esconderse y hacerse notar en ciertos contextos de aprendizaje donde su proceso va a un ritmo diferente.

 

Este último semestre que hemos compartido, he visto como Gigi ha materializado su deseo de hacer que el arte trascienda concepciones estéticas y se vea como un espacio de encuentro. En el laboratorio de trabajo social he visto como ha estructurado y ejecutado un proyecto cuya semilla se dio en la clase de gestores de espacios: la Fundación Alitas de Colores. Junto a Ángela Espejo y Luisa Valenzuela empezaron a trabajar con un grupo de niños acercándolos a la danza y el teatro dándoles herramientas para el reconocimiento de su cuerpo en movimiento como para el acercamiento a su comunidad. Este proyecto ha sido un espacio de convergencia donde la somática, la danza tradicional y su deseo de crear con los otros; la han llevado a ver la vida como un acto creativo. Mirando hacía atrás puedo decir que Gigi llegó pensándose como bailarina. Sin embargo, la carrera de artes escénicas ha ampliado su concepción y la veo reconociendo el arte como un espacio de encuentro, diálogo y compartir. Gigi se ha propuesto transformar contextos porque ve en el arte el potencial de cambiar historias de vida, como le pasó a ella.

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